¡Una historia de película! El parto de una yegua con la policía como protagonista

By Jose R

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Un nacimiento es algo que siempre se recibe con mucha alegría y este caso no fue distinto, ya que Ben, propietario de una yegua, había estado esperando durante mucho tiempo que esta tuviese una cría. La alegría llenó el corazón de Ben y enseguida comenzó a planear el futuro del próximo miembro de la familia.

Pero las cosas no siempre salen como se desea. En un momento Ben notó que algo no andaba bien con su yegua, y se dirigió a su clínica veterinaria habitual. Fue aquí donde la historia da un giro curioso y hasta incluye un llamado a la policía.

¿Qué se puede descubrir en el vientre de una yegua a punto de dar a luz que requiera la presencia de la policía? Sigue leyendo para descubrirlo.

Las imágenes de este artículo son para ilustrar la historia, no son originales de Ben y Felicia.

Disculpe, ¿podría acompañarnos a la estación?

La llamada fue todo lo normal que podía ser, la policía quedó en llegar lo antes posible a fin de poder auxiliar con el difícil proceso que le esperaba al veterinario. En poco tiempo ya estaban allí dispuestos a actuar.

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Lo primero que hicieron los oficiales fue colaborar con el veterinario para poder sedar finalmente a la yegua. La tensión estaba en el aire y cuando Ben creyó que podría relajarse porque el animal había sido sedado, la policía le pidió que los acompañara. ¿Estaría todo bien?

¿Está todo bien?

“La honestidad es la mejor defensa, recuérdelo” Dijo un oficial mientras veía a Ben fijamente. La preocupación era palpable y enseguida Ben comenzó a preguntarse si estaba pasando algo más que no estuviese notando, él solo quería que su yegua estuviese bien.

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La escena parecía digna de un programa de televisión. Por un lado la yegua estaba siendo operada, por el otro la policía interrogaba a Ben sin llegar a decir claramente qué estaban buscando. La tensión crecía conforme avanzaba el tiempo y todo desapareció cuando se escuchó la voz del veterinario.

Felicia la yegua

Arranquemos desde el comienzo de esta historia, la cual tiene a la yegua de Ben, Felicia, como protagonista estelar. Desde que Ben la tenía en su poder nunca había sufrido ninguna enfermedad y su estado físico era excelente. Su dueño definitivamente la quería mucho.

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Por la salud natural de Felicia, todos esperaban que su potrillo fuese igual de fuerte y que en un futuro fuese un gran activo en el rancho. Todo el embarazo se vivió con emoción y cuidado, durante 12 meses fue observada y cuidada para garantizar un nacimiento óptimo.

Nadie es digno de Felicia

La cría de caballos es un proceso complejo y hay que estudiar muy bien a los padres si queremos tener una buena cría. Felicia era excelente, cualquier caballo desearía tener algo con ella, pero ninguno era digno, los genes de Felicia sencillamente eran demasiado buenos.

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Ben inició una búsqueda exhaustiva, todo con tal de encontrar a la pareja perfecta para su hermosa Felicia. Y aunque todo este proceso de cruza parecía complicado durante un tiempo, el esfuerzo dio frutos y un candidato ideal apareció, ¡qué suerte!

Se avista una cigüeña 

La cría de caballos apunta a la excelencia, la cual se logra con un gran conjunto de genes. Todo es cuestión de vincularse. Fue así que Ben encontró una pareja para Felicia y una semana luego del encuentro, una consulta con el veterinario materializó la esperanza, ¡Felicia estaba embarazada!

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De acuerdo al veterinario, tanto la madre como su cría se encontraban en perfectas condiciones. Todo esto auguraba que el futuro sería igual de tranquilo, pero ciertos comportamientos llamaron la atención de Ben. Felicia estaba actuando raro, ella no era así. ¿Quizá el embarazo la estaba afectando? No sería raro…

Señales de alarma

Ben sabía que un embarazo conlleva muchos cambios de comportamiento, es normal que durante ese tiempo actúen algo distinto, pero estaba seguro de que sucedía algo con Felicia. La yegua ya no era tan activa y su humor de antaño desapareció, siendo sustituido por una aparente apatía.

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Antes, Felicia era muy alegre y disfrutaba pasar tiempo con Ben mientras estaban al aire libre, pero esos momentos se habían acabado. Desde el embarazo Felicia tenía un humor distinto y hasta era renuente a alejarse del establo. Naturalmente, Ben se preocupó.

Descuida, es normal

La incomodidad fue más y Ben se decidió por llamar a su veterinario, él era el experto, algo debía saber. Este le aclaró que las yeguas tienen una gestación de hasta 12 meses, y muchas cosas pasan en su cuerpo, así que es normal que cambie un poco su comportamiento.

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Todos hemos tenido nuestras épocas de estrés en las que la mínima anormalidad en el entorno hace correr un montón de ideas por la mente, quizá esto era lo que le pasaba a Ben, tal vez todo lo preocupante estaba en su mente y Felicia estaba bien…

¡Ya casi es hora!

De acuerdo al calendario que armó el veterinario, ya casi se cumplía el año de embarazo, por lo que pronto la familia de Felicia aumentaría. La emoción estaba a flor de piel y solo iba en aumento con el avanzar de los días.

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“¿Cómo sé cuando ya es el momento?” Algo así debió de preguntarle Ben al veterinario durante una de sus últimas llamadas. Un parto es un proceso muy estresante, por lo que es mejor estar lo más preparado posible y Ben quería estarlo para poder ayudar a su yegua.

Ya es hora

De acuerdo a las indicaciones que le comentó el veterinario, Ben notó que ya era el momento, ¡por fin nacería el potrillo! Ben se movió rápido y preparó todo para que el parto fuese lo más sencillo y rutinario posible.

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Solo imagina esto, todo indica que ya es el momento, estás ahí a la expectativa y esperas, los minutos pasan y nada sucede, ¡nada está pasando! Según lo que sabes ya debería estar naciendo el potrillo, pero Felicia no colabora. Ben se alarmó.

Los nervios se intensifican

“¿Quizá estoy siendo paranoico?” Ben se sentía alarmado por la situación, todo estaba preparado, pero nada sucedía. Quizá tales señales solo eran idea suya… Sin embargo y para asegurarse, llamó al veterinario, la seguridad de Felicia siempre era la prioridad.

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Ben describió la situación por telefono y el veterinario le preguntó por el comportamiento de la yegua sentenciando que todo estaba bien y que Ben debería ir a dormir un poco. Es fácil estar tranquilo cuando no es a ti que te están pasando las cosas, concluyó Ben.

Mantén la calma

Las horas pasaron y Ben sintió que debía llamar otra vez, algo no estaba bien. El veterinario fue tajante al decir que todo estaba bien, que solo debería calmarse y esperar, Felicia estaría bien, pero… ¿y si no era así?

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Las órdenes eran claras. Ben debía esperar y descansar, de nada serviría estresarse más y arriesgarse a que algo negativo sucediera. Por lo que, pese a su instinto, decidió obedecer y esperó tratando de enviar buenas vibras a su yegua.

Algo extraño

Felicia tenía tiempo de pie, y era importante que se acostara para que pudiese descansar, y a su vez lo necesitaba para seguir en el trabajo de parto. Luego de un tiempo, Ben logró convencer a la yegua de que se acostase. 

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Una de las indicaciones respecto a la preparación del parto es que era necesario que Felicia descansara de lado, por lo que Ben insistió hasta que esta se recostó. Sin embargo, aquí Ben notó algo raro, ya que había una extraña protuberancia en el vientre de Felicia.

¿Qué forma tiene?

Para poder diagnosticar correctamente era necesario saber qué forma tenía, por lo que el veterinario le preguntó en el teléfono si tenía forma esférica. Aquí fue donde todo se complicó ya que, no, no tenía esa forma y brotaba ominosamente del vientre del animal.

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“El vientre debería tener una forma perfectamente redonda, sin protuberancias adicionales”, exclamó el veterinario sin lugar a nuevas interpretaciones. Esto solo hizo que los latidos de Ben se aceleracen y le hizo pensar que algo debía estar yendo terriblemente mal, ¿no?.

“Debo examinarla en persona”

Las últimas palabras de Ben retumbaron en la mente del veterinario y lo impulsaron a decir lo siguiente. “Creo que puede que tengas razón, lo mejor será que le hagamos una ecografía. Ben, algo podría estar pasando y debemos saber si supone algún peligro”

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Ben pudo notar el tono angustiado en la voz del veterinario, algo grave debía estar pasando para que estuviese así y quisiera verla en persona. ¿Podrían correr riesgo la vida de Felicia y el potro? Si era una situación crítica, parece que Felicia lo presentía con su humor desganado.

Surgen complicaciones

El veterinario le confirmó a Ben que ya estaba en camino a su granja, era necesario ver qué había dentro del vientre de Felicia. Todo el equipo necesario ya estaba en el auto, solo era cuestión de llegar, pero para su mala suerte algo se atravesó… ¡tráfico!

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“Ben, ya sé que dije que debíamos vernos, pero todo se complicó. Estoy atrapado en un atasco y no parece querer moverse. Esto podría ser muy peligroso, el tiempo corre y la vida de Felicia podría estar en juego sino actuamos rápido.”

Tenemos un plan

Si el problema era llegar, quizá si se acercaba un poco todo funcionaría de alguna manera, pero no… eso presentaba otros problemas. Lo único que quedaba era esperar y confiar o rezar que el tráfico se liberaría y así el veterinario llegaría a tiempo.

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Dos cabezas piensan mejor que una. Ben llamó a su amigo y le preguntó si tenía alguna idea. Este le sugirió que usaría su moto para buscar al veterinario, así podría deslizarse entre el tráfico y llegar a tiempo para salvar a Felicia.

Ya llegamos

La sugerencia fue todo un acierto y en poco tiempo, tanto su amigo como el veterinario estaban en la granja. Finalmente, Ben pudo sentirse más tranquilo, ya que al fin había un especialista a cargo del cuidado de Felicia y su futuro potro.

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Mientras el veterinario se acercaba a Felicia, esta reaccionó con miedo, ¿quién era este sujeto y qué quería? Olía que algo malo estaba pasando. El veterinario lo notó y pidió que se alejaran, era necesario que la yegua se relajase.

El examen comienza

No era la primera vez que el veterinario se encontraba en una situación así, por lo que utilizó todos sus conocimientos para ganarse la confianza de Felicia y no estresarla más de lo necesario. Todo esto dio sus frutos y finalmente pudo comenzar a comprobar el estado de Felicia.

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Segundos después de iniciar comprendió que el reto era mayor al esperado y necesitaba algo de ayuda, había que sedar a Felicia. Sedar a un animal del tamaño de un caballo es un proceso peligroso pero necesario y era obligatorio si quería poder ayudar a Felicia.

“Es tu elección”

Como es bien sabido, la anestesia es un arma de doble filo, ya que si es poca no habrá efecto y si es mucha, puede arriesgarse a matar al paciente. Podía optar por sedarla desde lejos (con una fuerte dosis) o desde cerca (dosis justa, aunque riesgosa para el veterinario).

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Aquí el especialista le pregunta a Ben qué prefiere, los riesgos son grandes, por una parte puede poner en riesgo al animal y por la otra se arriesga a lesionar de gravedad al veterinario que solo quiere ayudarlo. Qué difícil decisión.

Está bien, haremos esto

Ben opta por sedarla desde lejos, no es justo que alguien más pueda sufrir por culpa de su yegua. Con una dosis grande Felicia se sentiría adormecida y sería más fácil tratarla, colaboraría con las pruebas y no supondría un riesgo para el veterinario.

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La decisión ya estaba tomada, se administraría la anestesia desde lejos. El veterinario buscó sus cosas y comenzó a prepararse, una vez listo todo, le sugirió a Ben y su amigo que no miraran, nunca es bonito ver cómo le disparan a un animal que es como de la familia.

Sedada exitosamente 

El proceso fue todo un éxito, Felicia había sido sedada, estaba más tranquila y ahora sí podían acercarse a ayudarla. Los caballos suelen agitarse fácilmente en este tipo de situación, así que realizar un ultrasonido sin sedarla iba a ser cercano a imposible.

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Era necesario que Felicia se recostara un poco más, así que el veterinario pidió la colaboración de Ben y entre ambos lograron que Felicia colaborase. La máquina se activó y el procedimiento comenzó. Tras unos minutos el semblante del veterinario cambió rápidamente luego de que la imagen apareciera.

Tengo que hacer una llamada

Su expresión mostraba preocupación y sorpresa, se le veía pálido. Momentos después le pidió a todos que salieran inmediatamente. ¿Qué sucedía? Ben no entendía nada, pero sí le preocupaba mucho que Felicia pudiese tener algo más grave de lo que hubiese pensado originalmente.

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El veterinario llamó a la policía y mientras todos esperaban afuera, se escucharon las sirenas llegando al lugar. ¿Por qué habría llamado a la policía? ¿Qué tienen que hacer ellos en estos casos? El veterinario notó la preocupación de Ben y trató de explicarle qué estaba pasando.

Escucha atentamente

“Ben, necesito que te concentres y escuches lo que diré, ¿bien?”, le dijo el veterinario con una voz firme y seria. “En el ultrasonido vi algo que no debería estar allí y es necesario que los oficiales entren a ayudar.”

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Ben no imaginó nunca escuchar algo así y menos viniendo de su veterinario, ¿no se supone que Felicia estaba bien y era un simple embarazo? ¿Podría perder a su caballo? Lo único que Ben sabía es que las cosas se complicaban cada vez más y nada parecía tener sentido.

Cirugía

El veterinario fue claro, necesitaba su autorización y los oficiales también debían estar presentes durante la operación de Felicia, era imperativo que diera su consentimiento. Solo así podrían salvar a Felicia, afortunadamente esta no era la primera vez de la policía en una situación así. Sabían que hacer.

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Estos policías no eran los típicos policías locales. Tenían entrenamiento especial que los capacitaba como importantes activos para ayudar al veterinario durante emergencias médicas como esta. Solo estaban allí para ayudar, así que Ben se relajó y aceptó que le presten una mano.

Interrupción inesperada

La policía entró y ayudó al veterinario con el procedimiento necesario para sedar a Felicia. Anteriormente se le había administrado únicamente para relajarla, ahora sí iban a realizar la operación, así que se necesitaba algo más y la policía ayudaría con ello.

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Ya Felicia estaba sedada y siendo operada por el veterinario. Mientras tanto, la policía le pidió a Ben que los acompañara, querían hablar un poco con él, tenían preguntas. Esto hizo sonar una campana de alarma dentro de la mente de Ben, algo pasaba.

Preguntas inquietantes

Para empezar, la policía quería saber si Ben era quien decía ser, le pidieron datos relativos a su identidad, luego sobre el lugar y la propiedad de su caballo y el lugar. Todo bastante rutinario y fácil de responder. Hasta ahora no podía darse cuenta qué buscaban.

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Pero luego todo se puso más turbio, surgieron preguntas inesperadas. “¿Cómo quedó embarazada Felicia?” Preguntó el oficial, lo cual dejó perplejo a Ben. Este explicó que había estado investigado y todo el proceso fue realizado de manera legal, nada fuera de lo normal.

Fotos

La policía le explicó que alguien había realizado una denuncia anónima donde se relataba que en su granja estaban cometiendo delitos de maltrato animal. También le mostraron fotos de registros de la cárcel de alguien que fue arrestado por maltrato animal. La policía creía que era Ben y quería confirmarlo.

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Era imposible, Ben sabía que no había hecho nada como eso, así que alguien quería incriminarlo, pero ¿por qué? Las preguntas siguieron y pese a saber que era inocente, se sentía cada vez más preocupado, él no tenía por qué estar pasando por esto, solo quería el bien de Felicia..

¿Reconoce a alguien?

Le mostraron unas cuantas fotos y Ben sabía que nadie conocido podría estar allí, así que en un principio no quería verlas. Aún así la policía insistió y entonces debió revisarlas. Pero daba igual, no había nadie que conociera allí.

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Iban mostrando una por una mientras repetían la pregunta, “¿Reconoce a esta persona?” Daba igual, no lo conocía, aunque tenía un cierto parecido, pero no recordaba de dónde. La policía necesitaba que les diese un nombre, por lo que le recomendaron que haga lo posible para colaborar.

Espera, quizá….

Luego de pensarlo un poco mejor lo recordó, ¡conocía a esa persona! Pero entonces todo empeoró porque significaba que Felicia podía estar en peligro. “¿Cómo está mi caballo? ¿Está bien?” Le preguntó a los oficiales. Ellos le dijeron que sí, que estaban en las mejores manos.

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“Este es el hombre que contraté para inseminar a Felicia. Decía ser un experto, ¿hubo algún problema?”, Dijo Ben, visiblemente nervioso al oficial. Ahí mismo fue que se enteró de que esta persona era un criminal y lo habían estado buscando.

“¡Imposible! ”

“Tiene que estar bromeando”, Ben estaba perplejo, no podía creer lo que le estaban contando. De acuerdo a la policía, este sujeto alteraba los embarazos. Afortunadamente, habían muchas pruebas en su contra, pero faltaba algo para confirmarlo: el nacimiento de un potro vivo.

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Ben seguía atónito. El veterinario le comentó que durante el examen descubrió el microchip alojado en el vientre de Felicia. Este era el bulto notado por Ben. Según él, esto era muy riesgoso y ponía en peligro la vida de Felicia y del potro.

Todo bajo control

Ya todos podían estar en calma, lo peor había pasado y el veterinario le aseguró a Ben que Felicia estaba bien. La operación había sido un éxito y no había tenido ninguna consecuencia. Con esto desapareció un gran peso de los hombros de Ben.

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El destino jugó a favor de Ben. Por estar atento pudo salvar la vida de Felicia y su potrillo, además de también haber colaborado en la investigación que llevó a la cárcel al delincuente. De esta forma se evitó que muchos más caballos muriesen.

Un final feliz

Ahora Ben respiraba en calma, todo había pasado, pero sabía que no habría logrado nada sin el valioso aporte de ciertas personas. Ben le agradeció al veterinario por su gran ética laboral, sin su atención hubiese sido imposible salvar a Felicia. También agradeció a su amigo de la moto.

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La última sorpresa fue recibir el agradecimiento por parte del departamento de policía, sin la ayuda de Ben muchos otros animales hubiesen muerto. La historia concluye con un Ben feliz en compañía de Felicia y su potrillo recién nacido. La granja esta en paz.